Vivimos en un país que desconoce su cultura, que cada vez tiene una identidad más difusa. Como causa y efecto, no se aprecian las creaciones nacionales. Los artistas son chaqueteados, subestimados y comparados ridículamente con extranjeros, como si el hecho de ser de otro país fuese un sello de calidad per se. Basta con repasar la crítica negativa hacia los artistas chilenos que pisan el Festival de Viña cada año.
Quizás es porque en nuestra historia hay muchos capítulos políticos y militares, pero pocos sobre desarrollo artístico. Se enarbolan banderas por «padres de la patria», pero se desconoce a los próceres creativos. Los que llegan a tener más influencia en la sociedad que cualquier autoridad política o militar.
Obvio, entregan un mensaje honesto, representativo y que se inmortaliza en su obra. En vez de falacias argumentativas para caer bien mientras se arreglan los bigotes o celebrar proezas inspiradas en hitos bélicos. Tristemente son estas últimas las que quedaron en los libros de historia y pautean el calendario de celebraciones.
Los medios tradicionales poco ayudan. Entre reality shows, programas de talentos, telenovelas y farándula de poca monta ni siquiera se interesan en buscar contenidos con una pizca más de calidad. Entre tanto auspicio olvidaron el rol educador, convertidos en promotores de una contingencia sesgada según la línea editorial.
Es evidente que hoy existe la necesidad de tener una discusión profunda acerca del cómo promovemos, respetamos y ponemos en valor la historia artístico-cultural del país. Así como del patrimonio vivo, creadores que actualmente están escribiendo, pintando, cantando o representando-nos. Es con esos valores con los que debemos crecer como sociedad.
Inmortal responde a la necesidad de un espacio para la promoción del folklor vivo, el que deja testimonio de lo que mañana consideraremos tradicional. Queremos ser vitrina para combinar talentos artísticos y difundir proyectos que enriquezcan la cultura popular desde diferentes puntos de vista.
