Cuando una propuesta musical te invita a bailar y reflexionar al mismo tiempo es difícil mostrarse indiferente. Esta es la razón por la que «Movimiento Americano», el debut solista del cantautor chileno Nico Rojo, requiere especial atención. Este álbum se sitúa en el contexto actual de la realidad del continente y comparte sus pensamientos a través de 9 composiciones de espíritu pop. Conversamos con Nico Rojo sobre la identidad y proceso del disco de cara al lanzamiento en vivo que tendrá lugar en Sala Master el viernes 6 de julio y esto fue lo que nos contó.
Eres un músico con varios años sobre los escenarios pero recién ahora presentas tu primer disco firmado con tu nombre ¿qué te motivó a sacar adelante tu proyecto solista y cómo ha sido el proceso?
Me encanta el formato de banda. Y siempre hay una magia que brota del trabajo colectivo. Aunque la verdad, salvo que en una banda hayan varios compositores y se trabaje en formato taller, la mayor parte de las veces me tocó en las bandas, y creo que a la mayoría de los compositores les pasa, que al traer las canciones semi listas de la casa a la sala de ensayo, la banda finalmente operaba como productores musicales e intérpretes que terminaban apuntalando la canción. Ahora en formato solista es algo similar, salvo que ahora saco de mi casa las canciones bastante más armadas (gracias a las facilidades tecnológicas de mi estudio casero) y las llevo directo al estudio profesional donde el productor hace las veces de esa banda que uno ya no tiene. En esencia la lógica no cambia tanto, pero el proceso de estudio reemplaza a la sala de ensayos en la producción, y mi banda termina siendo el equipo con que uno salta a la cancha en vivo.
De todos modos, el proceso para llegar a grabar un disco solista no fue tan voluntario. Hace unos años grabé en Chile un disco con un banda llamada J.A.C.U.Z.Z.I. con la idea de presentarlo en México, pero a poco andar allá mis compañeros de banda no migraron y tuve que armar en ese nuevo contexto mi propia banda para presentar el proyecto. Con el pasar del tiempo me di cuenta de que ese disco en realidad era un disco casi solista, donde hubo ciertas canciones donde el productor, Claudius Rieth, hizo más en ellas que mis compañeros de banda. Aun cuando las canciones que brotaron colectivamente me gustan mucho y en esa banda los músicos eran brillantes, también es cierto que algunas canciones se grabaron casi idénticas a como yo las pre produje en mi estudio casero. Entonces, liderando allá un proyecto que básicamente era mío, junto a músicos de soporte, me di cuenta que siempre habrá gente cariñosa capaz de apoyarlo a uno cuando quiere mostrar algo propio, sin necesidad de mentir con la idea de que un obra es colectiva, cuando en realidad muchas veces detrás hay solo un sujeto con nombre y apellido depositándose entero en ella, el compositor.
Me di cuenta finalmente de que podía hacer un disco a mi manera y me atreví a incursionar en sintetizadores y cajas de ritmo que ya son parte de mi maletín básico de herramientas, junto a mi guitarra eléctrica. Y en el camino uno va aprendiendo luego de haber trabajado discos con capos como Angelo Pierattini, Claudius, Braulio Demeri o Rodrigo Morel, el productor de Movimiento Americano. Uno va acumulando ciertas ideas y habilidades de producción que también hace propias y le ayudan mucho a la hora de trabajar sus propias canciones. Uno se hace un poco más autónomo. De hecho, en México fui bajista de Gastón Astorquiza (ex Fruto Prohibido) y lo asesoré en la producción musical de uno de sus discos, y comprobé que algo uno va aprendiendo en todo este proceso. Hay cosas técnicas, pero también conceptos que uno va consolidando. Y así uno se va atreviendo probar por cuenta propia.
La idea colectivista de banda hoy cada vez está más restringida al rock y seguramente se fortaleció en el siglo pasado mucho con el hippiesmo y el ideal romántico de hacer todo en comunidad, pero hoy tener una banda es un lujo que pocos se pueden dar, y yo solo me lo permito para mostrar mi disco en vivo. En general cuando uno puede tocar más de un instrumento y además el productor es buen músico, es posible grabar entre menos manos, y la sintonía y complicidad que se alcanza con uno mismo o en dupla es altísima. En las bandas es difícil sintonizar a todos… Es cierto que a veces se fuga y escurre energía que es mejor concentrar. De todos modos, siempre mi corazón se enciende con la idea de grabar un disco con una buena banda. Y hoy la gran banda que he formado junto al gran bajista Camilo Díaz (ex Rey Puesto) como pilar, es una tentación de volver al formato colectivo en futuros discos.
¿Cómo llegaste al concepto de «Movimiento Americano» y cómo fuiste enhebrando las piezas para que se convirtiera en este disco?
Si bien soy nacido y criado en Santiago (Chuchunco, Estación Central), en mi infancia gracias a una experiencia migratoria en Bolivia, se me apareció fuerte la idea de continente. Regresé a Chile pronunciando bien las «eses», diciendo «pues» y «pis», en vez de «poh» y «pichí». Mis tíos y amigos se reían mucho de mí por eso, pero siempre me pareció que eran ellos los que se perdían algo, los que no conocían algo que a mí sí se me había revelado. Hoy lo conceptualizo más y creo que es nuestra diversidad como continente. En los últimos 10 años, me tocó vivir tres años en Europa y luego tres años en Norte América, entre México, Estados Unidos y Canadá. Estando en Europa mi identidad latinoamericanista se hizo muy fuerte y me interesó mucho ir a conocer la realidad política y cultural de México. Lo sorprendente fue que estando en México pero también en Estados Unidos y Canadá, me di cuenta que hay raíces comunes en nuestro continente más allá de lo evidente. Encontré ciertos códigos comunes que un gringo y un canadiense comparten con un mexicano y un boliviano, pero no necesariamente con un francés, un español o un alemán. Y allí entendí que nos conectan dos cosas muy potentes: por un lado, la historia independentista que nos pone de un mismo lado, aceptando los grandes matices, a los Bolívar, los Washington, los Martí y, por otro, la migración y los pueblos indígenas y/o afros que nos dieron origen y forma.
Más allá del poder abusivo que desde el norte se ejerce históricamente hacia el sur del continente, la cultura y sobre todo la contracultura de nuestros pueblos está muy sintonizada. En la contracultura gringa ha habido una gran admiración por el zapatismo mexicano, por la revolución cubana, por Allende, por ejemplo, y desde el sur, no nos dejamos de inspirar en las grandes movilizaciones gringas, como su movimiento por los derechos civiles, su movimiento feminista, su movimiento hippie, beatnik, etc. La sinergia política y cultural siempre es más potente entre el mundo andino, o entre el mundo mesoamericano, pero veo conexiones que en Europa no he visto y tienen que ver con que somos un continente fuertemente movilizado y en constante movilidad o migración. Europa sigue siendo, a pesar de la nueva Comunidad Europea, feudos chicos uniformes con mucho intercambio económico y escaso intercambio cultural, desafiados por la migración. Nosotros como continente somos migración y Trump intenta transformar a Estados Unidos en un feudo como Europa, pero eso es atentar contra el ADN de nuestro continente, y difícilmente lo va a conseguir.
Con Movimiento Americano hago referencia a nuestra movilización y movilidad permanente, a nuestra resistencia y permanente tránsito. En el guacamayo identifico la colorida diversidad de este continente, la movilidad de las aves y a una maravillosa especie propia del Amazonas, el pulmón del planeta, uno de los lugares que sin conocerlo en profundidad, me ha marcado significativamente.
Movimiento Americano es un disco que está dirigido al cuerpo pero también llama a la reflexión, ¿cómo llegas a esta propuesta? ¿Con qué referentes te identificas dentro del continente?
Este disco lo descubrí en el camino. Fue hilándose y vi en él la itinerancia que tuve en los últimos 10 años donde he vivido en 12 casas distintas, en un total de 7 países. Todo ese tránsito, para finalmente regresar a Chile, trajo consigo una conexión mayor con la tradición musical pop rock latinoamericana, y no solo con el folclore que uno está escuchando desde chico por osmosis. Más allá de las influencias anglosajonas, reconozco gran admiración por Os Mutantes y Cansei de Ser Sexi de Brasil, X Alfonso de Cuba, Aterciopelados de Colombia, Santa Sabina y Café Tacvba de México, Charly, Virus y Sumo de Argentina, y de Chile, Los Prisioneros, Electrodomésticos, y más recientemente, Alex Anwandter, Lilits y Ana Tijoux. En general, disfruto mucho del rock y del pop que tiene espíritu punk, y de este lado del charco abunda. Rodrigo Morel, el talentosísimo productor con que trabajé este disco me ayudó mucho en generar una amalgama, una síntesis de todo esto con identidad propia.
Movimiento Americano ha viajado nutriéndose de distintas vivencias, ¿Cómo fue la experiencia de mostrar el disco en Perú y Colombia?
En realidad, tocar allá y recibir tanta buena onda, me envalentonó para tocarlo ahora en Santiago. El entusiasmo y cariño que vi en Lima y Bogotá me hizo recordar al público mexicano. Para mí no es llegar y tocar en Chile, porque tenemos una apreciación muy seria del arte, a ratos algo grave, y aún estamos algo presos de las etiquetas. Afuera ni te preguntan qué tocas y luego en los shows ves a chiquillos con poleras de Slayer disfrutando de tus canciones más pop. Eso es genial. Acá como todo se define antes de ponerse en escena, ya tienes muy predefinido tu nicho. Afuera es algo más espontánea la relación del artista y el público, al menos en los círculos independientes. Afortunadamente las nuevas generaciones en Chile están muy abiertas y son solo los ex jóvenes noventeros los que siguen buscando moldes y fronteras. La disposición e interés de la prensa también ha sido muy favorable y respetuosa afuera. Vengo muy cargado de energía positiva a mostrar mi disco a Chile y también consciente de que los chilenos somos más quisquillosos a la hora de apreciar la música popular. No sé si Violeta, el Gato y Jorge González dejaron muy alta la vara pero acá en Chile el estándar es altísimo y veo que cada vez se hace mejor arte. Me motiva hoy no solo entrar en contacto con el nuevo público en Chile, sino también disfrutar del talento de muchos de mis colegas que tan bien representan a nuestra cultura en el extranjero cada vez que salen.
¿Qué podemos esperar del show de este viernes en Sala Master? ¿Vas con banda completa? ¿Puedes adelantarnos algo?
Acá no puedo adelantar mucho, de lo contrario, se pierde la magia, je. Sí destaco que el show de apertura que dará el capo Andrés Landon será de lujo como siempre y nos dejará a todos inspirados y a tono. Pero sí te cuento que estaré con mi banda y con alguna sorpresa incluida. La Sala Master se presta para una conexión más fuerte con el público y podremos olernos y quizás abrazarnos. Para quienes estuvieron en el lanzamiento del sencillo Osadía en Onaciú este show tendrá un encanto propio porque tocaremos el disco íntegramente más unas cuantas sorpresas. Como dicen los futbolista, vamos a darlo todo en la cancha.
El lanzamiento de Movimiento Americano, primer disco de Nico Rojo, se realizará el viernes 6 de julio en la Sala Master (Miguel Claro 509, Providencia) y la preventa ya está disponible en Eventrid. También se pueden comprar las entradas el mismo día en puerta y habrá venta del disco en formato físico. Puedes revisar el detalle del evento y confirmar tu asistencia, pinchando la imagen.