Del arte in Lo-OFF

Fueron diez días de memoria y artes en que el Festival Internacional Santiago OFF celebró en su séptima versión. Entre el 18 y el 27 de enero, de muy fácil acceso, con talleres para variados artistas y  un encuentro internacional de programadores. Desde afuera: un encuentro popular.  Desde adentro: una disputa el derecho social del arte

La memoria fue el eje principal del Santiago OFF. Comenzó su campaña por redes sociales celebrando #30AñosOFF haciendo alusión al tiempo que ha pasado desde el plebiscito nacional  de 1988, el mismo que “nos devolvió” la democracia.

“No tenemos que sacrificarnos por los que vendrán” fue la obra que abrió el primer día del festival en Matucana 100. Del colectivo Zoológico, con risa y sin tapujos muestra las reuniones secretas que mantuvo la junta militar con José Piñera, para hacer la reforma laboral en un tiempo record de cinco días.

El teatro lleno de aplausos. Es increíble que hoy sea posible tocar ese tema desde el humor, sin miedo, caricaturizando uno de los periodos más sórdidos de nuestra historia. Resabios de la dictadura fueron expuestos desde otras perspectivas en las  tablas.

Ya sea desde el miedo de un trabajador hacia su jefe  como es en “El aumento” de la Cía Hija de Rosa o el caso bombas con “Muerte y explosión de un anarquista chileno”, también del colectivo Zoológico, el teatro cuestiona, relativiza y lleva a un «extra»cotidiano.

Así, el festival cruzó por ocho dimensiones de la memoria: Sucesos, Mapuche, Hábitat, Familia, Percepción, Biografía, Clásicos Rememorados y Trayectoria, llevando la reflexión de la identidad colectiva, de cómo construimos la historia y de quienes hemos sido en relación a los otros.

Parece un detalle muy rebuscado, pero es el rol del arte. Que las verdades ocultas estallen y tú, como espectador/a accedas a jugar con esa propuesta de mundo. Que pasen unos días y vuelva a ti un texto, una melodía, una delgada línea en forma de recuerdo que te hace un sentido profundo.

Eso mismo provoca “Painecur” de LaFamiliaTeatro, que también fue parte de esta cartelera, donde ves el abismo entre nuestra empatía como chilenos con la cosmovisión mapuche, abordada con una energía densa y asombrosa simpleza.

En ese mismo ciclo de memoria mapuche, se presentó Malen, un obra de danza que desde el cuerpo de 16 bailarinas expone el significado de dicha palabra, que significa “niña” en mapuzungun y que refiere a una etapa de la vida y también una forma de ser ancestral.

Malen de Ricardo Curaqueo. Haz click en la imagen y podrás ver show del ciclo Mapuche.

Similar pasa con el espectacular e intenso show callejero de la Patriótico Interesante, “La Gran Amenaza”, o con “Las Palomas de Choferillo” (La Fulana teatro) que tiene un elenco potente e inolvidable, o “Mi abuelo Horacio” de fundación Aracataca, que reconcilia heridas con su público desde una inocencia infantil, o  “Prefiero que me coman los perros” dirigido por Jesús Urqueta y donde actúa Nona Fernández, premiada actriz. Todas funciones del Santiago OFF.

Fue precisamente con ella que conversamos sobre el quehacer artístico que habita en Chile.

30 años atrás, el teatro parecía algo inalcanzable para ciertas personas, y con ciertas me refiero a las socioeconómicamente más vulnerables. Hace 25 años llega “Santiago a mil” buscando acercar el arte y entretención a las personas. Curiosamente, sus entradas no son a mil pesos como uno podría pensarlo.

Hace siete años aparece Santiago OFF, bautizado como su principal motor: “los de afuera”, los que no alcanzan a la fiesta de teatro que se realiza en enero en la capital. Es que tras su primer cuarto de siglo, FITAM dejó de ser revolucionario, y fue necesario volver a observar qué están haciendo las bases.

Tomando compañías emergentes y regionales como Calaukalis, Cía tema y colectivo Reverso, con propuestas disidentes al teatro de solo cuatro paredes, como las de Fira Tàrrega, a punta de fondarts y autogestión -cómo el grueso de agrupaciones artísticas nacionales-. Todos los años producen un festival que hoy vuela con alas propias. Este 2018 en particular, llegaron a tres regiones: Metropolitana, Los Lagos y  pueblo de Valparaíso, acercándose a más personas.  

https://www.facebook.com/santiagooff/videos/1986909648248092/

La historia de un pueblo con el arte, sea la música, el teatro, la pintura, cualquiera sea, es la misma de las relaciones que llevamos con nosotros mismos. Santiago OFF es prueba de ello.

Una historia muchas veces menospreciada e ignorada, desde un público que en sus sillones dicen: “no hay cultura en este país”, desde un Estado que no da garantías para el desarrollo de espacios culturales proyectados en el tiempos -quemar fondart tras fondart-, de proyectos que desaparecen porque no alcanzaron a postular o no se ganaron el “bendito” fondo.

Incluso así, aparecen festivales y encuentros que nos llevan nuevamente a cuestionar esa identidad construida colectivamente entre los años. Algo estaremos haciendo bien. Lo sabes  cuando una galería sentada se pone de pie a bailar, a cantar y escuchar. De pronto, se vuelve parte del escenario, tal como pasó con Mariel Mariel, Sexto Piso Memorial en el GAM  y Keko Yoma en el cierre de este festival.

Se dice que en Chile “no se vive de amor al arte”, y menos en este país donde los ojos tienen signo de peso. Pero pasando por el interior del Santiago OFF me doy cuenta que el arte es una forma de amor, de mirarse y decir una verdad, a veces incómoda, a veces sutil, pero que después, irás caminando y te hará un profundo sentido. De pronto, se vuelve memoria.

https://www.facebook.com/santiagooff/videos/1985828528356204/

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